lunes, 9 de diciembre de 2013

Hoy agustín está en... Haeinsa, Korea.



El fin de semana fui a pasarlo un templo budista. Los templos de korea ofrecen la posibilidad de ir a pasar la noche y vivir un poco la experiencia de ser monje, para poder aprender y experimentar sobre el budismo.

El templo que elegí fue el Heinsa, que se encuentra en las montañas de un parque nacional, y que es donde se guarda el Tripitaka Koreana (colección de más de 81 mil bloques de madera con escrituras).



Para la jornada te entregan un uniforme de aprendiz. Debido al frío que hace allá arriba, te recomiendan ponerte cosas debajo.




(A partir de este punto se acaban las fotos, ya que no podía andar con la cámara.).

La jornada empezó esperando una hora mientras se registraban los participantes. En total eramos 7. 5 hombres y 2 mujeres que estaban en una habitación aparte.

De 16:00 a 17:10 fue la clase de introducción, donde nos enseñaban la etiqueta dentro del templo:

* No hablar (siempre debes estar reflexionando).
* No andar solo (mínimo en grupos de a 3).
* Caminar iempre en fila con las manos en el abdomen (si están sueltas tiendes a moverlas y perder la concentración).
* Saludar a todo monje que se cruce con una reverencia.

* Además nos enseñaron a hacer las postraciones:

foto: google

Luego de eso fuimos al comedor donde servían comida vegetariana. Había que comer en completo silencio, intentando no hacer ruido con la cuchara o los platos. Era estilo buffet, pero con mínima variedad por supuesto, y con la condición de que debías terminarte todo lo que te sirvieras en el plato.

Al terminar fuimos a la ceremonia de la tarde. Entramos al salón principal del templo, hicimos las postraciones y entonamos (los que se los sabían) unos cánticos.

 foto: google

Luego de eso fuimos a tomar el té con un monje, dónde podíamos hacerle preguntas sobre su vida o sobre el budismo.

Finalmente a dormir todos en la misma habitación en el suelo. Eran las 9pm...

 Pronto llegó la hora de despertarse. 3:00 am. o_O

Nos paramos en el patio frente a este templo edificio donde había un tambor, una campana, un pez de madera y un gong con forma de nube.

Aquí, pero de noche y con temperaturas bajo cero.


Los monjes tocaron los instrumentos (principalmente un solo de tambor de 15 minutos) durante 20 minutos. El tambor es para despertar a los animales del bosque, el pez para despertar a los animales del mar, el gong para las aves, y la campana para los seres espirituales.

A las 3 y media fuimos de nuevo al hall principal para la ceremonia de la mañana. Similar a la de la noche anterior, pero un poco más larga y asistieron muchos más monjes, debido a que daba comienzo el retiro de invierno que se llevaría a cabo en el templo, así que asistían monjes de varios lugares.

Luego empezó la parte divertida, las postraciones. Había que hacer 108 postraciones! Acá hay un video que muestra como se hacen y porqué son 108:


Luego de las postraciones (que me recordaron a las torturas de yoga), ya eran las 4 de la mañana y llegó la hora de meditar...

Había que mantener la postura de loto:

Obviamente yo no estuve ni cerca de poner mis pies así.

Sentados, con la espalda y cabeza bien derecha, ojos cerrados, y haciéndose preguntas y analizándote... durante 2 horas!

Y por si se te ocurría aflojar la postura, inclinar la cabeza, dormirte un poco... había caminando entre todos un monje... con un palo. ¿No es difícil adivinar a dónde va esto, no? Tres palazos en la espalda bien aforrados te "ayudaban a despertar, y así poder recuperar postura y la concentración" (palabras textuales del monje).

Les encargo la angustia de estar con los ojos cerrados y escuchar que se acerca el monje del palo, jajaja. Al menos terminé la jornada sin recibir ni una paliza, pero mis vecinos de la izquierda y la derecha no corrieron tanta suerte (el de la derecha era un francés, le dieron dos veces al pobre).


Terminada la meditación, vino media hora de estar tirados en el suelo. Luego a desayunar, a las 6:30.

A las 7 comenzó el trabajo comunal, que consistió en limpiar los suelos, sacudir colchas y levantar basura del patio. A esta hora ya había salido el sol, no había turistas en el templo y era posible cruzarse con monjes atareados por todos lados... más o menos calzaba con mi idea original de como debía verse un templo budista.

Ya a las 8:00 empezamos un tur por todo el templo, dónde un voluntario (civil) que hablaba inglés nos llevó por todos los lugares explicando la historia y el motivo detrás de cada edificio. Resulta que el templo estuvo a punto de ser bombardeado durante la guerra Koreana, pero un teniente que sabía de la importancia de conservar el Tripitaka convenció a sus superiores de atacar otro punto, pudiéndose así conservar las escrituras intactas. Años después le levantaron un monumento en su honor cercano al templo.







Era posible observar la Tripitaka a través de las ranuras del edificio.

Más fotos de la tripitaka, en google.


Finalizado el tur, otra ronda de preguntas y respuestas con un monje, mientras comíamos frutas y tomábamos té. La jornada finalizó a las 10:00, terminando así otra experiencia freak de Korea..



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